Colaboración público-privada: innovación valenciana para todos

Por Fernando Saludes, presidente de REDIT

Afortunadamente, en los últimos años hemos ido asistiendo a un progresivo consenso sobre lo necesario de la colaboración público-privada en materia de I+D+i y tecnología. Poco a poco vamos despejando incógnitas acerca de un debate atemporal sobre si público o privado. Da igual el área o el ámbito; la duda siempre ha estado presente.

¿Financiación pública? ¿Gestión privada? Es un discurso capaz de unir o separar opiniones con gran facilidad. Y conforme se ha ido abordando esta cuestión con mayor rigor y objetividad en el ámbito de la I+D+i, por parte de los agentes y de la sociedad civil en general, más claro resulta que la única fórmula realmente transformadora y de valor es la que aúna todos los esfuerzos y visiones; públicos y privados en un modelo de colaboración constructivo, profesionalizado y fuera del ciclo político. Es un reto complejo, pero totalmente necesario de abordar y transitar si optamos a ser actor estratégico y de referencia en el entorno global.

Sin duda, la diversidad y la simbiosis -industrial o no-, son la mejor apuesta para representar y atender una sociedad plural como la valenciana. El tejido empresarial, aderezado de industrias sectoriales por todo el territorio y representadas por pymes y micropymes, así lo merece. El Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) y la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT), suponen un claro ejemplo de la complementariedad entre lo público y lo privado, que combina lo mejor de cada propuesta. Es imprescindible que las políticas sociales estén alineadas con las necesidades reales, actuales y futuras, de las empresas.

Que se dé un proceso de entendimiento y visión compartida que facilite las mejores condiciones posibles para que, agentes como los centros tecnológicos, puedan desplegar eficaz y eficientemente sus herramientas de apoyo al tejido empresarial en materia de innovación y tecnología. Pues son las empresas las que innovan; las que, con un adecuado modelo basado en la economía del conocimiento, generan la propuesta de valor necesaria sobre la que construir una sociedad futura mejor. En definitiva, las que nos permitirán posicionarnos como una región de referencia en términos de calidad de vida y sostenibilidad.

De hecho, el apoyo y la financiación del Ivace, dedicada al desarrollo y difusión de actividades innovadoras y tecnológicas para las empresas por parte de los institutos de Redit, han contribuido a su impulso y su estabilidad necesaria para mejorar el acompañamiento de estas. ¿Cuál es el motivo? ¿A qué se debe? La crisis de la COVID-19 ha acelerado, todavía más si cabe, una ‘evolución’ digital que asomaba desde hacía varios años.

El modelo de éxito de los institutos se caracteriza por integrar en sus consejos rectores a empresas de los sectores a los que pertenecen. No se puede avanzar si no se tiene en cuenta a todos los actores. Es por ello por lo que también la administración y las federaciones sectoriales están presentes en todos los centros. Pero lo realmente esencial del modelo, es haber creado entornos de confianza y excelencia, donde tecnólogos, gestores, sectores, empresas y administración, confluyen y visionan juntos con el único objetivo de mejorar la competitividad de nuestras empresas y tejido productivo.

Sin duda, los fondos públicos competitivos ayudan a generar conocimiento propio transferible al mercado, adelantándose a las necesidades de la sociedad y de las empresas que, a través de este sistema, están presentes en todo el proceso de innovación. Las instalaciones con las que cuentan los centros gracias al apoyo basal de la financiación pública son garantes de la relevancia de innovar junto al empresario, poniendo a su disposición medios con los que poner a prueba las tecnologías del presente, pero, sobre todo, del futuro.

En 2021, de hecho, se llevaron a cabo más del doble de proyectos que en 2020, en un contexto mundial donde la disrupción tecnológica no era tan prioritaria como merecía. También creció el presupuesto público dedicado a la investigación aplicada en los centros, redundando en un beneficio directo para la Comunitat Valenciana. Y todo ello tuvo un efecto multiplicador sobre la transferencia al tejido productivo, impulsando fuertemente los ingresos provenientes de los servicios contratados a los centros tecnológicos por parte de las empresas, en materia de innovación, tecnología y servicios de alto valor añadido.

Y, para asegurar que el conocimiento más disruptivo generado en los centros se transfiere en tiempo y forma a las empresas, incluso en tecnologías donde no existe aún tejido productivo capaz de absorberlas por lo novedoso de la propuesta de valor, y en un entorno como el actual donde resulta determinante posicionarse cuanto antes para ser un actor relevante, la colaboración público-privada vuelve a demostrar su capacidad para diseñar instrumentos de utilidad que, como el caso de Redit Ventures, permiten acelerar dicha trasferencia y ayudar a crear la masa crítica empresarial necesaria en los ámbitos más vanguardistas.

Todos los años, y en especial el pasado, los centros tecnológicos contribuyen a captar fondos de programas nacionales y europeos para nuestra región que revierten positivamente, sobre todo, en la I+D+i de las empresas, y que, de otra manera, si no fuera por la acción de estos, irían a otras regiones y países. En concreto, más de 129 millones € captados para la CV en 2021. Se trata, simplemente, de una muestra objetiva de la labor de los institutos.

En realidad, la eficiencia de esta colaboración público-privada está relacionada con la competitividad de las empresas, la economía, los territorios… Por ello, resulta esencial garantizar un modelo estable que contribuya y potencie la transferencia de la I+D+i para aportar soluciones reales a personas reales, con ellas en el centro.

El compromiso de Redit con la sociedad nos ha llevado a analizar nuestro impacto social y medio ambiental en una iniciativa pionera a nivel europeo. Así, gracias a los últimos estudios abordados por Redit relativos al SROI (impacto social y medioambiental) y RRI (indicadores de innovación responsable), hemos podido constatar que los institutos tecnológicos de Redit generan un impacto social de 1.505 millones de euros y 351 millones de euros de impacto positivo en los ODS. Es decir, por cada euro invertido en las actividades de los institutos se obtiene un retorno social de 7,64 euros, generando un retorno a la sociedad casi 8 veces mayor a la inversión realizada.

Además, el 52% de la plantilla de los institutos está formado por mujeres y todos los centros cuentan con planes de igualdad. Tan importante resulta confirmar el impacto positivo de la actividad actual de la red, como poner el foco en medir y mejorar estos indicadores, pues, tal y como expuso William Thompson Kelvin, lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.

Con esta acción, Redit y sus centros tecnológicos se alinean con las estrategias europeas que recomiendan poner a las personas y a la sociedad en el centro, una línea que, como demuestran los estudios, ya siguen los institutos, que se encuentran integrados en el entorno empresarial, político y social del territorio.

Todo lo anterior tiene sentido en el modelo valenciano de instituto tecnológico, con una estimulación del tejido empresarial activa. ¿Es necesario, por tanto, un modelo híbrido que ponga el foco en las personas, la realidad empresarial y la innovación? Para Redit, sin duda. Y por ello, los institutos tecnológicos se han reivindicado como agentes estratégicos, que demuestran que esta apuesta híbrida permitirá crear un legado más próspero y justo para las futuras generaciones.  

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Redacción

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