La responsabilidad de lo “público”

Es obvio que el mobiliario da respuesta a las necesidades del ser humano que surgen de su entorno en su quehacer cotidiano a lo largo de las etapas de su vida. Una de esas necesidades crecientes por el carácter humano extrovertido es sin duda el ocio, y los encuentros en restaurantes, cafeterías, y hoteles, entre otros espacios, que se convierten así en áreas colectivas que otorgan al mobiliario el atributo de “uso público”. Un “sutil apéndice” que no sólo sirve para determinar su destino, sino que le atribuye una incuestionable responsabilidad en su fabricación.

Actualmente, en un entorno científico-técnico avanzado, las aportaciones de la industria cubren estas realidades con diferentes formatos, diseños y materiales, con diferentes diseños y tecnologías cada vez más sofisticadas, y con las garantías que establecen los procesos de control de fabricación que se apoyan en una exhaustiva normativa que sirve como guía para la adecuada construcción del bien al uso previsto.

El desarrollo de productos para usos y destinos públicos específicos supone un desafío empresarial orientado sin duda a ofrecer un servicio que requiere de una acertada estrategia en desarrollo de producto y actuaciones en I+D.

En el caso que nos ocupa, el mobiliario de uso público (no doméstico) es el más cercano al uso habitual que podemos encontrar en zonas de ocio, centros comerciales, oficinas, etc., exceptuando el mobiliario urbano, los asientos alineados (áreas de espera, instalaciones deportivas…,) sillas para centros de enseñanza, sillas de trabajo de uso industrial, entre otros destinos como hospitales, geriátricos, instituciones penitenciarias, etc., que son objeto de atención de otras reglamentaciones y legislaciones.

 

La riqueza normativa cubre un amplísimo abanico de mobiliario relacionado con su uso, y su complejidad requiere de un asesoramiento especializado para garantizar su cumplimiento y la expedición de la certificación correspondiente a la superación de los ensayos estipulados que atestiguan la seguridad de uso. Esto es lo que preservan las normas, la seguridad del usuario. Así, por ejemplo, las importaciones de productos están sometidas a normativa y son numerosos los bienes que se paran en aduana por no cumplirla, con el coste añadido que supone, y aunque es motivo de otro artículo, sólo advertir al importador la conveniencia de un asesoramiento previo.

En general, las normativas de asientos, mesas y escritorios de oficina, de asientos alineados y fijados al suelo, de mobiliario de exterior (no doméstico, público y camping) y sillas de confidente, especifican los requisitos de seguridad, estabilidad, resistencia y durabilidad que deben de cumplir, y superar las normas UNE EN 1738, 1730, y 1335-3 que regulan los métodos de ensayo en función del uso final.

La normativa europea referida a los materiales de tapicería, de las ruedas, de los mecanismos de inclinación y balanceo, y de los mecanismos de ajuste de la altura del asiento se contemplan es otras normativas.

 

El Instituto Tecnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines, AIDIMME, es especialista en normalización. De hecho, exceptuando el mobiliario de oficina, desempeña la Secretaría del Comité Técnico de Normalización CTN-11 que desarrolla la reglamentación para mobiliario. En este sentido, el trabajo del Instituto dirigido a equipamiento de colectividades evalúa los requisitos que plantean los pliegos de condiciones en las convocatorias públicas (nacionales e internacionales) o de empresas privadas, y propone futuros criterios de investigación para promover la creación de productos innovadores para el sector del hábitat en general. Es por ello que la atención a los prescriptores, como arquitectos, interioristas, o diseñadores, entre otros, es fundamental a la hora de acometer un proyecto con las garantías que ofrece el conocimiento de la normativa.

 

Para más información contacte con AIDIMME.

 

 

 

José Emilio Nuevalos

MATERIALES Y PRODUCTOS • Responsable de Laboratorio de Muebles y Productos